Malaguas

El alcohol ésta noche ha tenido un sabor diferente, Oliverio lo ha bebido lentamente para descubir si ese sabor amargo podia alejarse mientras se derretían los hielos. Bajó la mirada y buscó alguna colilla de cigarro que aún pudiera fumarse, levantó del piso una y le encendió quemándose los dedos. Son ya las 4:30 de la mañana y está ebrio pero conciente de las veces que sus textos no han sido suficientes para que el amanecer no venga envuelto con los pies cansados de andar vagando entre las calles, conciente de las noches, como ésta, en la que el alcohol no ha sido suficiente para ponerle algo más que letras al oficio de amanecer con deseos de algo y no saber qué.
Se termina el último trago y sabe que sus manos extrañan los pechos lindos de la muerte, que tiene mucho que no viene a buscarle, que tiene mucho que no duerme con él, es casi de día y suena el teléfono, lo deja sonar tres veces... no sabe si contestar.